jueves, 3 de noviembre de 2011

Nieve

Nevaba, el invierno había llegado. De repente un copo estrellado rozó su mejilla. Éste, al ser atravesado por un haz de luz, había brillado con un resplandor azulado antes de tocar su carrillo. Una vez en su rostro, se fundió en una gota de agua que lentamente fue descendiendo hasta la barbilla. Una vez allí, la gota se precipitó hasta el vacío de un precipicio enorme tan alto como el humano propietario de aquel rostro. Éste no era otro que una niña de extrema belleza. Cabellos negros como el azabache colgaban a ambos lados de su cara. Ésta poseía los ojos castaños de una profundidad casi fantasmagórica que le hacían propietaria de una misteriosa y mística esencia y que otorgaban una serenidad de espíritu a todo aquel que los observaba. Sus labios se encontraban en una perfecta comisura ni muy recta ni muy doblada.
El invierno había llegado y la nieve caía. Y a su vez ella caminaba. El frío elemento continuaba descendiendo en su albura. Cansada de andar, se paró para contemplar la bella escena: Un bosquecillo repleto de castaños, ahora sin hojas, y helechos, musgo y hojarasca sepultados bajo un manto blanco refulgente. La nevada languideció hasta transformarse en cellisca. Decidió sentarse bajo el amparo de una secuoya perdida de entre los múltiplas castaños. Sacó de su fardo, ya viejo y estropeado, un mendrugo de pan y empezó a comérselo. Entonces vio a un joven petirrojo y tras un suspiro desmigó el pan de centeno y se lo entregó al aciago animal. La niña tan bondadosa como era fue perdiendo las fuerzas de hambre y frío y, al abandonarle los sentidos, fue vencida por el sueño, un sueño del que jamás despertó. Los animales del bosque parecieron velarla con sus cánticos, y el viento fue perdiendo fuerza conforme su vida se escapaba, así hasta que cesó. Los habitantes del las aldeas cercanas al lugar donde pereció la bella muchacha, la encontraron abrazada a una pluma de petirrojo una pluma que como muchos decían, había sido su égida en su camino al mundo perfecto e inmortal donde viven los espiritus.

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