jueves, 8 de diciembre de 2011

Dolor sin sentido

Dolor es lo que siento. Dolor es lo que necesito. Afecto, me falta. Afecto, lo odio. Así vivo mi vida desde que tengo uso de razón. Solo en el mundo hube de aprender a sobrevivir pasando por encima a los demás y alejándome de ellos como si lepra tuvieran. El vacío de mi interior hace que me vuelva iracundo cuando alguien está envuelto de dicha. En esos casos yo no puedo sino estropeársela para saciar mi hambre y desesperanza. Con lágrimas en los ojos me voy a la cama día tras día con la certeza de que la jornada siguiente estropearé la felicidad de alguien más. A veces pienso que si el mundo se hubiese portado mejor conmigo yo así lo haría con mis semejantes. Yo tenía un amigo al que exprimí toda la bondad que me profesaba ahogándolo en amargura. Pese a ello él continuaba mostrándome su mejor sonrisa sin enfadarse. Un día conseguí aplacar su amabilidad, la cual creía infinita, y se fue de mi lado para siempre dejándome tan solo una frase para que lo recordara: Puede que la cuna de una persona le influya pero cada persona es la responsable de moldear su vida y eliminar aquello que crea suprimible, recuerda que yo estuve a tu vera y me echaste a patadas. Hoy sigo siendo un cretino que no cuida lo que aprecia aunque a veces me acuerdo de mi amigo y derramo un líquido transparente que me resbala por la cara. Algunos se atreven a afirmar que lloro, yo tras encajarles unos cuantos puñetazos les digo que se me ha metido algo en el ojo. El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.

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