lunes, 30 de enero de 2012

Perdón a un iluso

El último adiós, la mirada final, el penetrante desasosiego que cadencioso atormenta mi ser tan miserable como mundano. Cada día de mi luctuosa vida me arrepiento del momento que, lejos de incomodarme al recordarlo, me transporta a una época que rebosa ternura y confianza. Cierto, duele perderlo, sin embargo dolería más no haberlo tenido jamás. Es curioso como las palabras son dueñas de nuestra vida más incluso que nuestros actos. Una palabra cambia el rumbo por completo de las situaciones y las impresiones, un gracias, un perdón... Mi periplo por el mundo de las sombras, que atrapado me mantiene, anuncia una longeva vida repleta de las más tediosas desdichas lejanas a una vieja fortuna que antaño presagiaba felicidad en abundancia. Esa palabra que lo podría haber solventado todo y que, más por codicia que por orgullo, me guardé para mi. Aquel periodo de mi vida fue una orquesta de lascivas miradas y sicalípticos actos que llenaban mi ser hasta el interior más profundo. Mi perfecta biografía de infortunios manchada con la alegría de unos días. Si algún día consigo que las palabras recobren la fuerza de otros tiempos, las primeras serían lo siento.
El perdón es el agua que extermina los incendios del alma.

lunes, 9 de enero de 2012

Un amigo y lo aciago que se siente uno tras su pérdida

Intento recordar que fue aquello que me amilanó tanto en su momento. Aterrado escapé corriendo de la casa de mi amigo sin mirar atrás y sin siquiera despedirme. Cuando llegué a casa me reprendí por ser tan medroso. Mi amigo por su parte impertérrito no se sobrecogió lo más mínimo, cosa que mermó mi confianza hacia mi razón pues ésta no para de avisarme de que había estado en peligro como si de un radar se tratara. Cuando logré calmar mi respiración entrecortada y pude concentrarme, repasé los hechos y lo único que era capaz de rememorar era una angustiosa sensación en el pecho como si el aire no quisiera penetrar hacia mis pulmones mas sabía que respiraba sin problemas. Tras unos minutos cavilando decidí volver a casa de mi amigo a disculparme por mi inexplicable comportamiento que debió sorprender tanto a mi compañero. Nada más llegar a linde de la parcela esa sensación de agonía e impotencia volvió a aparecer, no obstante me armé de valor y continué avanzando. Con cada paso mi congoja iba en aumento y mis deseos de desvanecerme del lugar se incrementaban a su vez. Con el décimo paso las piernas me fallaron, o eso pensé yo, porque lo siguiente que recuerdo es estar tendido en el césped con mi amigo a mi vera. Sin embargo era él el que me había tumbado o eso me explicó más adelante. Según su versión había perdido el conocimiento pero me había mantenido de pie sin dificultades. Con el tiempo tanto mi amigo como yo decidimos olvidarnos del acontecimiento aunque no volví a poner un pie en el hogar de mi camarada. Con los años nos fuimos distanciando. Él se fue a estudiar al extranjero y yo me quedé en el conservatorio de la ciudad impartiendo lecciones de solfeo. Un día sin saber muy bien por qué regresé a mi casa dando un rodeo y pase por el caserón donde antes habitó mi viejo amigo. En ese momento estaba ocupado por personas que debieron adquirir la propiedad hacía tiempo. En ese momento lo que sentí no fue abatimiento y desesperación sino pena y tribulación por no poder volver a ver a mi antigua amistad a la que me encantaría ver aunque fuese en detrimento propio por aguantar el dolor que me producía su casa misteriosamente. Mi desazón fue elavándose con los días pues cada día sin faltar uno pasaba por delante de la casa. Una tarde mi perdida se convirtió en mi puñal y la vieja casa mi tumba y el asesino no fue más que aquello que perdí. La pena acabó con mi vida como si de arena se tratase. La familia que allí vivía me encontró y llamaron a una ambulancia. Ahora años después y con la ayuda de muchos psicólogos mi viva se consiguió salvar. Los médicos me aconsejan reposo y una vida tranquila, pero yo sigo buscando en secreto aquel amigo que perdí por mi cobardía. Un amigo es el apoyo que mejor soporta la vida de las personas, no se debe permitir que nada ni nadie separe a dos buenos amigos.

martes, 3 de enero de 2012

La estrella :)

Estaba emocionado. Hacía cerca de un año que lo esperaba con ansiedad y estuvo pronto cuando oyó unos pasos en el comedor. Raudo saltó de la cama y a paso de caracol, con mucho cuidado de no ser escuchado, se aventuró en el largo pasillo que desembocaba en el recibidor. A media distancia de éste se hallaba el comedor con el preciado y cadencioso murmullo del aire nocturno de la periferia mallorquina. Al llegar ante la puerta de la sala con el supuesto pero preciado tesoro se adentró mas cual fue su sorpresa de no encontrar aquello que buscaba. La estancia seguía como habitualmente. Su mesa donde cada día la familia se reunía permanecía en su sitio, los sofás carentes de ilusión continuaban en frente de la televisión, hogar de sus sueños y esperanzas matutinas hasta que llega la hora de irse a la escuela. Apunto estaba de volver a su habitación cuando se percató de una pequeña llama que alumbraba la terraza cuya puerta abierta a sus propósitos permitía ver el fulgor de dicha lumbre. Salió a ésta pertrecho con, tan sólo, su pijama, su albornoz y sus pantuflas. Fuera pudo contemplar a una pequeña estrella que extraviada del firmamento parecía sonreirle. Poco tardo el astro en saber de su presencia y salió disparado hacia el cielo donde sus compañeras lo aguardaban. Con la vista dirigida a las alturas y con los ojos con lágrimas contenidas de asombro se presentó ante sí una escena que cerca de parecer soñada fue bien real. Las ovejas pastaban, en un día esplendido, en las praderas mallorquinas y los caballos galopaban libremente sin ataduras ni tapujos. El ser humano parecía no existir en esta realidad o por lo menos no hacía acto de presencia. Todo era feliz y próspero. De repente todo se oscureció, la noche había llegado y el cielo lejos de ser tan estrellado como el que acababa de ver era totalmente yermo, vacío salvo por una sola estrella la estrella que le había sonreído y a la que él correspondió de la misma forma.
A la mañana siguiente despertó con la imagen de la estrellita gravada en su cabeza. Su madre fue a despertarle con una noticia que cambió su semblante de anonadado a jubiloso ¡Habían venido! Corriendo se precipitó por el largo pasillo llegando al comedor que esta vez si había sufrido un gran cambio. Los regalos rebosaban en los sillones y los dulces desparramados por la mesa dejaban entrever una nota que asomaba vergonzosa entre las monedas de chocolate. La nota decía así: Recuerda que las estrellas son la guía que nos lleva a todas las partes del mundo. Encuentra tu estrella y si lo has hecho acuérdate de ella, nunca se sabe cuando te hará falta ;)